Los Miedos Infantiles
A lo largo del desarrollo el niño atraviesa por períodos en los cuales algunos miedos son característicos de la etapa, por ejemplo, alrededor de los ocho meses se presentan la ansiedad ante extraños y a la separación, lo cual implica un avance en el desarrollo cognoscitivo del menor, ya que comienza a reconocer rostros conocidos y los diferencia de aquellos que no lo son y las caras que no le son familiares le producen ansiedad, lo cual regularmente va disminuyendo los miedos infantiles de manera gradual a lo largo del segundo año de vida.
Del mismo modo, teme que aquellas personas con las que ha creado un vínculo significativo se vayan y no regresen, por lo cual se angustia ante la separación. Otro momento del desarrollo en el cual los niños pueden presentar algunos temores que se consideran característicos es en la etapa preescolar. En este período el niño es muy fantasioso, pudiendo confundir la fantasía con la realidad. El temor a la oscuridad o a personajes imaginarios que pudieran cobrar vida son comunes en estas edades.
Algunos miedos en los niños pequeños se ven intensificados por errores de crianza, por ejemplo, cuando los padres transmiten a sus hijos sus propios miedos y aprehensiones y se tornan sobre protectores, haciendo por sus pequeños aquello que ya son capaces de hacer por sí mismos. Es como enviarles un mensaje “tú eres chiquito e inseguro, yo te lo hago porque no puedes”. Tales actitudes sobre protectoras vuelven al niño inseguro, no logrado aprovechar así sus potencialidades de manera plena, temiendo enfrentar los retos que trae consigo el crecimiento. Por ejemplo, cuando el bebé ya tiene edad para sostener el biberón o la cuchara y se le facilita la tarea, o bien, cuando su maduración ya debe permitirle sostenerse de pie y dar algunos pasos y se le carga todo el tiempo, impidiendo así que fortalezca los músculos de sus piernas y se sienta seguro de dar sus primeros pasos.
Por otra parte, en momentos de crisis familiar o algún cambio significativo en la vida de una familia, como pudiera serlo un divorcio o la muerte de algún familiar, el niño puede sufrir una regresión y presentar temores que ya habían sido superados, como por ejemplo, cuando un niño que ya debería haber superado la ansiedad a la separación, vuelve a manifestar ante situaciones cotidianas que no representaban problema, como pudiera ser al momento de ser dejado en la escuela o con algún familiar, o no queriendo relacionarse con sus compañeros de escuela u otras personas con las que convivía sin problema de manera cotidiana.
Existen factores de personalidad que pueden propiciar los miedos infantiles, que un niño sea por ejemplo, más cauteloso o atrevido e intrépido, no obstante, es importante saber reconocer los rasgos de personalidad propios de los hijos y diferenciar cuándo el temor en el niño es propio de el período de desarrollo por el cual está atravesando y cuándo es consecuencia de un mal manejo o producto de una etapa de crisis, de modo que sepamos guiarlo de la mejor manera, dándole las herramientas necesarias para fortalecer su seguridad y confianza en sus propias habilidades, o bien dándole el soporte emocional necesario en momentos de crisis, requiriendo en ciertos casos, del apoyo de un terapeuta.
Psic. Guadalupe Elizabeth Vazquez Herrera
Citas al: 5552813085
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