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Ciclo de Vida de la Pareja

Etapas y características

PAREJA, APRENDIENDO DE ELLA

En el contexto de la organización social, la liga entre la sociedad y el individuo lo establece la familia.
Tomando en consideración que la familia es la unidad social básica responsable de la socialización, transmisión de normas y por ende de la cultura, resulta importante estudiarla; sin embargo el estudio de la familia sería incompleto si no partiera del análisis de las relaciones entre la pareja. Estas relaciones se encuentran altamente influenciadas por el vínculo emocional que se tiene con otra persona, lo cual implica que dentro de la relación de pareja se da una dialéctica de emociones, sentimientos, intenciones, pensamiento y percepciones propias que hacen aún más complejo su estudio y comprensión.
Resulta importante considerar las etapas por las que atraviesa la pareja a lo largo de su ciclo de vida, desde el momento en que se forma, hasta el momento en que termina cuando llega la vejez y con ella la muerte; en donde cada una de estas etapas contiene una conflictiva específica.
Por todo lo anterior, resulta de suma importancia ubicar y describir cada etapa por la que atraviesa una pareja; así como las necesidades, metas y estrategias de intervención que corresponden a cada una de ellas.

ETAPAS DE LA PAREJA, NECESIDADES Y METAS

Levinson (citado en Castro, 1995; López, Mancilla y Vázquez, 1997 y Mancilla y Vázquez, 1993) describe seis etapas de la pareja, en donde se dan tres aspectos: límites, poder e intimidad.
Los límites se refieren al grado en que la pareja permite la inclusión de personas o aspectos ajenos a su relación, su función es protectora y reguladora. Los límites pueden ser permeables, muy permeables o impermeables. Cuando son permeables es que hay un intercambio equilibrado con el exterior, cuando son muy permeables la pareja pierde su integridad, ya que, se dejan influenciar demasiado por familiares o amigos y cuando son impermeables es que existe una restricción en la interacción con el exterior, propiciando que la pareja se aísle.
El poder implica el encuentro de dos fuerzas y la determinación de quién es el que manda y cómo lo hace; por ejemplo, existe el poder encubierto que se ejerce de una manera pasiva. Dependiendo de la manera en que se ejerza el poder será el tipo de relación que se instituya y determinará la forma en que se resuelvan los conflictos.
La intimidad tiene que ver con la distancia física y emocional de los miembros de la pareja. La necesidad, y a la vez, el miedo a la cercanía hace que los integrantes de la pareja se acerquen y se alejen una y otra vez.
Por otra parte, Liberty Kovac (citado en Castro, 1995) afirmó que el matrimonio evoluciona a través de seis etapas hacia la intimidad y la mutualidad, y que cada una de estas fases tiene retos específicos para el desarrollo del individuo y de la pareja. Según Kovac, la duración de la pareja no es el único indicio de los asuntos u obstáculos con los que un matrimonio puede tropezar, ya que, algunas parejas pueden permanecer atorados en un solo asunto por mucho tiempo. El desarrollo de una etapa a otra no es de manera lineal sino circular, ya que, cuando una pareja se enfrenta a mucho estrés, ésta puede tener regresiones a etapas anteriores.


Del mismo modo, Lauro Estrada (1982) amplió estos conceptos, describiendo seis fases criticas que encierran momentos de especial dificultad para la familia; como ya vimos son dos conceptos diferentes (familia y pareja), sin embargo, describe interacciones importantes entre la pareja por lo que resulta útil conocerlas.

Las fases de la pareja son:

  • El desprendimiento
  • El encuentro
  • Los hijos
  • La adolescencia
  • El reencuentro
  • La vejez

Dentro de cada una de estas fases existen incesantes interacciones que difieren de peso y contenido de acuerdo a la etapa que atraviesen; para fines prácticos se dividen en cuatro áreas de re-orientación:

1. Área de identidad.-

“…se refiere a la constante re-orientación interpersonal que ofrece el medio familiar, mediante el cual se fortalece el desarrollo de la personalidad; en especial ciertos aspectos del superyó” (Estrada, 1982, pág. 35).
El sentimiento de ser uno mismo requiere de una alimentación continua que rectifique, a cada paso, la edad y circunstancias apropiadas. Por ejemplo, el proveer al compañero de un anclaje capaz de sustituir al de los padres facilita la resolución de los restos del problema edípico y favorece una relación sana con los hijos. También, ayuda a elaborar duelos cuando esto es necesario.

2. Área de sexualidad.-

Aquí es importante observar que la interacción vaya orientada a buscar una armonía que complemente las áreas psíquicas y biológicas. Además, promete la maduración a través de la reproducción y brinda un apoyo cuando aparecen los conflictos frente a los hijos adolescentes. Asimismo, deberá ayudar a soportar los efectos de la declinación en las funciones sexuales al llegar al ocaso de la vida.

3. Área de la economía.-

Es importante que exista la posibilidad de dividir las labores entre el proveedor y el que cuida del hogar, y que la pareja sea lo suficientemente capaz de adaptarse a los cambios sociales, así como a los de la propia familia. Por ejemplo, cuando llegan los hijos es probable que se incrementen las demandas económicas, por lo que puede ser necesario que ambos miembros de la pareja trabajen. También deben saber prepararse para la hora de la jubilación y poder apoyarse en los casos que sea difícil encontrar trabajo, cuando ya se es de edad avanzada.

4. Área del fortalecimiento del yo.-

Se requiere de una ayuda mutua para aprender el papel de esposo y esposa, además es indispensable dar la libertad de expresar la propia personalidad, logrando así mantener el sentimiento de identidad. Es necesario reforzar la interacción adaptativa entre la familia y la sociedad.
La pareja debe aprender el papel de madre y padre, así como la manera de protegerse mutuamente para no usar a los hijos como una forma de satisfacer las propias necesidades.

También es indispensable saber intercambiar estos papeles cuando sea necesario y apoyarse en las horas finales cuando aparezcan los deseos de la propia muerte. En esta etapa es importante tener la suficiente libertad y capacidad de expresión para soportar la soledad cuando se haya ido el compañero para siempre.

La relación saludable se basa en el intercambio suficiente de satisfactores materiales y emocionales que permitan solucionar los problemas y tareas que se presentan a lo largo de la vida. Sin embargo, en una pareja esto puede infringirse de varias formas. Por ejemplo: cuando existe una falla en la capacidad de proveerse mutuamente los satisfactores necesarios para lograr un estado saludable, cuando no se da un anclaje suficientemente fuerte para soltar el anclaje paterno, también pueden no darse las gratificaciones sexuales o no aceptarse la división de los labores entre el que cuida del hogar y el que sale a buscar los medios económicos, asimismo, pueden destrozarse las defensas sociales adaptativas. Todos estos problemas impiden que se desarrolle apropiada y congruentemente la fase del ciclo por la cual se atraviesa.

De este modo, y después de plantear la perspectiva de estos autores, resulta de importancia profundizar en cada etapa con el fin de describir las necesidades y metas de cada una de ellas:

1. El desprendimiento.-

Para Lauro Estrada (1982), en todo ser humano el desprendimiento es doloroso, sobre todo si se trata de relaciones emocionales significativas que se acaban o que cambian su carga y representación psíquica.
La primera etapa que describe Kovac (citado en Castro, 1995) es la “luna de miel”, aquí los cónyuges se ven mutuamente perfectos e idénticos, esto es necesario para que la pareja desarrolle un sentido de pertenencia y confianza hacia una relación en evolución, pero cuando reaparecen los intereses externos en uno de los miembros, el otro lo puede interpretar como una traición; la tarea en esta etapa es empezar a recorrer el difícil camino de la aceptación de las diferencias como intensificadoras de la relación.
Para Levinson (citado en Castro, 1995. López, Mancilla y Vázquez, 1997 y Mancilla y Vázquez, 1993), esta etapa es la etapa de Selección en donde la duración es muy variable, se hace a partir de la posibilidad que da la sociedad para tener la libertad de escoger a un compañero o compañera, sobre todo en estos tiempos presentes, donde la mayoría de las selecciones son voluntarias y por lo mismo la responsabilidad de las consecuencias recae sobre los propios individuos.

En cuanto a las necesidades, que cada cónyuge deberá llegar a la unión marital con una identidad personal ya formada, aun cuando todavía sea incompleta, ya que, una de las fuerzas que tiene la atracción mutua es la de completarse mediante la unión íntima y profunda con el compañero (Estrada, 1982).

Levinson plantea que se observa que por lo general la selección se hace partiendo de una necesidad básica que busca ser satisfecha. La mayoría de las parejas afirman que la base de la selección es el estar enamorados; en el proceso de enamoramiento participan factores como: el nivel socioeconómico, la cercanía geográfica, la apariencia física, recuerdos, valores, juicios de otras personas importantes, poderes, capacidades intelectuales y capacidades afectivas. En esta etapa se genera una idealización hacia el compañero (a) y hacia la relación.

Resulta pertinente decir que en la búsqueda de un compañero pueden intervenir dos factores: una búsqueda de cercanía y compañía o una búsqueda de fusión. Cuando se habla de fusión se refiere a un estado inmaduro en donde no se ha logrado adquirir una individualidad.

Pueden existir parejas en la búsqueda de este tipo de relación; parejas de jóvenes que fallaron en resolver su relación con los padres, la cual debió de haber cumplido con la función de prepararlos para formar una nueva relación, basada en la libertad de llegar a ser un individuo con la capacidad de apreciar al otro en todo lo que es. Cuando esta relación marcha mal se trata de resolver buscando realizar la propia imagen; mecanismo que se basa en negar las diferencias del otro, lo que produce distorsiones severas en la comunicación. Hay parejas que mediante esto logran mantener el mito de siempre estar de acuerdo en todo, sin saber que lo que va moldeando la identidad de la nueva pareja es la interacción, fusión, defusión y rediferenciación de las individualidades que forman las partes de la nueva pareja.

El matrimonio además cambia la relación, que hasta entonces había sido entre dos personas, a una más compleja al reunir oficialmente a dos familias; situación que agrega una dificultad más en la pareja (Estrada, 1982).

Al llegar la separación de las familias de origen pueden sobrevenir otro tipo de conflictos; como el que se presenta cuando alguno de los cónyuges tiene la esperanza de que el otro es quién le solucionará sus problemas personales o bien cuando alguno se siente lo suficientemente prepotente para solucionarle los problemas al otro y en ocasiones piensa que podrá cambiarlo.

Conforme progresa el matrimonio se pueden ir adjudicando al compañero, no sólo cualidades e idealizaciones, sino también la culpa de muchos de los problemas personales; esto ocasiona que la relación empiece a presentar conflictos, como el evitar la cercanía emocional, ya sea para no recibir la culpa o para no sentirse responsable; desde luego esto le quita flexibilidad y movimiento a la relación, a la vez que reduce la comunicación.

Como se mencionó, en esta etapa está presente la idealización; factor que puede ser amenazante para la relación. Se sabe que desde el noviazgo hasta los primeros años de matrimonio persiste este factor, el cual es indispensable porque es una fuente de fuerza para separarse de los padres, pero la ruptura puede darse bruscamente cuando las ligas emocionales hacia los padres son demasiado fuertes o cuando las dudas y temores hacia el compañero no han podido ser manejadas o detectadas. Si esto pasa, puede venir la desilusión o el desengaño, provocando muchas veces que el joven matrimonio se separe, por otro lado, también puede ser negativa una sobredosis de idealización, ya que, puede detener a la pareja de dar el paso a la siguiente etapa. Cabe mencionar, que es indispensable que se forme una alianza de pareja para que pueda persistir a través del tiempo (Estrada, 1982).

En base a lo descrito por Levinson, dentro de las metas de esta etapa, se encuentra el reconocimiento de que uno es responsable de sus necesidades y no atribuírselas al otro.
En cuanto a las cuatro áreas de re-orientación descritas por Estrada (1982), y enfocándonos a las metas de esta etapa; en el área de identidad, es necesario que la pareja pueda cumplir con la capacidad de soportar las regresiones no patológicas del compañero como momentos de tristeza y nostalgia, que este presente la seguridad de ofrecer y obtener consideración y cuidados del compañero, y que exista la posibilidad de compartir un amplio espectro de intereses comunes.

En el área sexual, es conveniente que como meta se logre la armonía, estableciendo un clima de permisibilidad en las experiencias sexuales, de tal forma que cada cual se pueda expresar según sus necesidades; sin que sea coartado por el otro.
En el área de la economía es necesaria la promesa de lograr alguna seguridad mediante la adquisición de bienes que pueden ir desde los más sencillos (cama, muebles, estufa) hasta los más sofisticados.

En el área de las funciones del yo, se tienen que dar una ayuda mutua para aprender los roles de esposo(a); lo cual va a complementar y madurar el aprendizaje de los roles de hombre y mujer, será conveniente buscar la libertad suficiente para expresar la individualidad; sin que esto sea percibido como en perjuicio del otro. Es necesario el apoyo mutuo para fortalecer y mantener las defensas sociales adaptativas, ya que, para un matrimonio joven no es tarea fácil enfrentarse al mundo de la sociedad adulta; con toda la carga protocolaria y normativa de la comunidad.

2. El encuentro.-

Aprender el rol de cónyuge no es sencillo porque presupone haber renunciado a las ganancias emocionales que proporcionaban las etapas anteriores. En esta etapa se requiere de mucha fuerza para limitar las propias necesidades en beneficio de la relación que empieza (Estrada, 1982).
Para Levinson, esta es la etapa de Transición y adaptación temprana, cuya duración aproximada, va del primer al tercer año de unión. En esta etapa la tarea fundamental de la pareja consiste en adaptarse a un nuevo sistema de vida con distintos hábitos, demandas y satisfacciones de las que se tenían anteriormente con la familia de origen.
Dentro de las necesidades, aquí, se van a tener que cambiar todos aquellos mecanismos que hasta entonces brindaron seguridad emocional, y crear uno que incluya a uno mismo y al nuevo compañero. Desde luego, lo primero que pasa es que cada uno intenta echar a andar los mecanismos ya conocidos y aprendidos en su sistema familiar de origen, los cuales difícilmente funcionarán con su nueva pareja (Estrada, 1982).
Es en esta fase también se establece el contrato matrimonial que va a regir la vida psíquica, emocional e instrumental de la pareja; este término se refiere a los conceptos individuales de naturaleza consciente o inconsciente que pueden ser expresados verbalmente o en alguna otra forma. Estos conceptos tienen, como tema principal, lo que cada uno piensa acerca de sus obligaciones y deberes dentro del matrimonio, así como de los bienes y beneficios que espera recibir del mismo. Dicho contrato está basado en aspectos recíprocos, acerca de lo que cada uno piensa dar y lo que espera recibir del otro. El contrato abarca cualquier aspecto de la vida conyugal, ya sea que se trate del sexo, de metas, de las relaciones con los demás, de paseos, de poder, de dinero, de los niños, de los familiares, etc.
En verdad, la calidad del matrimonio depende en gran parte del grado de satisfacción y complementariedad que se le pueda dar a las expectativas de cada uno de los miembros de la pareja, en los cuales intervienen todas las profundas necesidades y deseos individuales. Las expectativas de una persona están basadas en su historia, experiencias compartidas con los padres y hermanos, etc. Todo esto pasa a formar parte de su equipo psicológico que se traduce en una serie de ideas, intercambios y necesidades que en un determinado momento se proyectan en el cónyuge. Cada esposo percibe sus propias necesidades y deseos de manera diferente y por lo general no se percatan de que sus esfuerzos por satisfacer al compañero(a) están basados en la creencia de que el otro es, siente y percibe las cosas tal como uno lo hace (Estrada, 1982)
Por otro lado, es una creencia generalizada que cuando se llega al matrimonio ya existe un conocimiento y un acuerdo mutuo acerca de los términos en que dicho contrato va a sentar las bases para asegurarse el bienestar futuro; y así cada cual confiado en que ya conocen como funciona el contrato, espera que el otro cumpla con lo prometido. Por lo tanto, cuando no se cumplen algunos términos del contrato individual aparecen la desilusión, resentimiento, enojo y la sensación de haber sido timado o engañado. Esto puede provocar serios problemas como depresiones y discordancias maritales severas, que se basan en el supuesto de que las reglas matrimoniales que se iban a usar han sido violadas.
Existen cuatro razones por las que resulta difícil ponerse de acuerdo en las diferentes pautas del contrato:

  • La primera es por ignorarlo, ya que, no se les ocurre que algo como la unión de pareja, donde sólo el amor y la pasión deben de existir, requiera de algo tan material como lo es un contrato, sin embargo, se sabe que sin un contrato no hay matrimonio que dure; 
  • La segunda circunstancia se presenta cuando los dos miembros de la pareja operan bajo dos contratos totalmente incongruentes y diferentes; 
  • La tercera causa es aquélla donde lo que se espera del otro (las expectativas) son imposibles de obtener, debido a situaciones irremediables; por ejemplo, tener un bajo coeficiente intelectual. 
  • La última causa sería aquélla donde la fantasía sobrepasa por mucho a la realidad; por ejemplo, deseos de alcanzar riquezas desmesuradas.

Sager y Kaplan (citado en Estrada, 1982) describen tres niveles en el contrato matrimonial:

  • Un nivel consciente que se verbaliza y comunica al compañero(a), se trata de las expectativas tanto de lo que van a dar como de lo que van a recibir; dicho en forma clara y comprensible.
  • Un nivel, que aun cuando es consciente, no se verbaliza ni se comunica claramente. Existen una variedad de creencias, planes, deseos y fantasías que por temor al rechazo no se dan a conocer.
  • Existe un tercer nivel que va más allá de la percepción consciente y se refiere a todos los deseos y necesidades de naturaleza irracional y contradictoria. Estos por ser inconscientes pasan desapercibidos para ambos. Este punto se refiere a la problemática personal, que inevitablemente se deposita en la relación, apareciendo las necesidades no resueltas de competencia, dominio y destrucción.

Cuando existe congruencia en el primer nivel, por lo general, se formaliza la relación, la falta de acoplamiento en el segundo puede llevar a la relación hasta un año (aproximadamente), después aparece abiertamente la problemática en la relación marital, cuando hay problema en el tercer nivel podemos pensar en la posibilidad de que la selección del compañero(a) se haya hecho con base en necesidades neuróticas y aunque la relación pueda durar varios años, tarde o temprano va a desembocar en una fuerte problemática que ponga en peligro al matrimonio.

Esta fase tiene varias metas descritas por Estrada (1982), en donde simultáneamente se dan los procesos de:

  • Creación y definición de límites con las respectivas familias de los cónyuges, básicamente con sus propios padres, los cuales muchas veces se entrometen por la ayuda económica que les prestan o por la propia inseguridad recurren a ellos para que les ayuden a resolver sus problemas, pero esto puede contribuir a que la pareja falle en el establecimiento de límites.
  • Crear mecanismos de resolución de problemas, los cuales surgen porque se empieza a definir el poder en diversos aspectos, como el económico y el social; si se logran resolver los conflictos de una manera funcional será positivo para el desarrollo de la pareja o bien si no se resuelven, los pleitos aumentarán, siendo esto negativo para el desarrollo de la pareja.
  • Establecimiento de lo permitido y lo prohibido dentro de la intimidad, lo cual se logra mediante la solidificación de las reglas, aún así en esta etapa la intimidad es muy variante, oscilando entre acercamiento y alejamiento.

Por otro lado, Kovac señala que en la segunda etapa las parejas experimentan cambios individuales como decepción, ansiedad y dudas sobre sí mismo, la tarea entonces es marcar un límite entre sí como una unidad y el resto del mundo que los invade para poder enfrentar las etapas posteriores; esto requiere de un sólido sentido de pareja.

En las tres etapas siguientes, conforme los intereses de cada uno divergen y se desarrollan independientemente, los esfuerzos tempranos de acomodación son inútiles. Típicamente, se tratan de controlar el uno al otro, una clásica lucha por el poder; puede atemorizarlos el sentir que no se entienden y que han perdido toda conexión con el otro, pero les da más miedo bajar sus defensas y dejarse controlar. En esta etapa se necesita habilidad para reconocer las diferencias y encontrar nuevas maneras de negociar.

En la cuarta etapa pueden sentir el impulso de abandonar la relación por las necesidades individuales, no obstante, las separaciones pueden ser positivas si permiten a los miembros comprenderse a sí mismos; en esta etapa es común que se busquen relaciones extramaritales como una desviación del asunto, ya que, la otra relación sólo cambia el foco de atención hacia las necesidades de una persona nueva.

Si la pareja sobrevive las luchas de poder entra en la quinta etapa, donde se alcanza la intimidad, en este punto la pareja tiene una identidad formada que compartir y en la sexta etapa se dan cuenta que se pueden separar y reunir sin perder esa identidad.
Por último, sostiene que el matrimonio es esencial para el desarrollo porque solamente una relación estable y duradera permite el crecimiento personal (Kovac, citado en Castro, 1995).

3. Los hijos.-

En algún momento de la historia se consideró esencial el hecho de tener hijos; no podía existir ninguna filosofía de la vida que pudiera ser adecuada, si no incluía ese hecho, incluso se llegó a considerar que si una relación entre hombre y mujer no terminaba en niños era incompleta. La verdad de las cosas es que actualmente la decisión de tener hijos se ha ido separando cada vez más de la decisión de casarse, al igual que el sexo no requiere del matrimonio para ser llevado a cabo. De cualquier forma la incógnita se encuentra en cuestionarse si el tener un hijo va a influir o no en la cadena secuencial que un individuo lleva en su ciclo vital, tanto familiar como personal.
Hay quienes sostienen que no es necesaria la descendencia para completarse biológica y psíquicamente. Otros afirman que si la ausencia de hijos se debe a un problema físico, entonces el cuerpo está mal; que si se debe al alto costo de la vida, el alto costo de la vida está mal y equivocado; que si se debe a la exigencia cada vez más grande del matrimonio en sus demandas económicas y emocionales, entonces dichas demandas están mal; que si se debe a una filosofía del individualismo, entonces dicha filosofía está equivocada y que si la ausencia de hijos se debe a la conformación del sistema social, entonces éste está mal.
El problema es muy complejo y delicado e incluye varios aspectos entre los cuales el económico tiene el papel número uno, después tenemos el religioso, el ético, el social, el político y el cultural. Todo esto nos indica que tan importante es la etapa de los hijos dentro del subsistema marital (Estrada, 1982).
Para Levinson esta es la etapa de Reafirmación como pareja y paternidad; va del cuarto al séptimo año de matrimonio. En esta etapa es cuando aparecen serias dudas sobre lo adecuado de la selección de pareja. La resolución de las dudas lleva a la reafirmación de la estabilidad o a la certeza de que lo mejor es la separación; asimismo, es aquí cuando la mayor parte de las parejas se inicia en la tarea de ser padres con todas las satisfacciones y presiones que esto implica.
Dentro de las necesidades señaladas por Estrada (1982), se observa que para empezar, vemos que cuando llega un hijo se necesita de un espacio físico y emocional; esto requiere de una reestructuración del contrato matrimonial y de las reglas que hasta ese momento habían regido a la pareja.
En esta etapa, una de las metas que señala Levinson es que la intimidad se vuelve más profunda, ya que, se ha logrado fijar ciertas reglas en la etapa anterior y es aquí cuando, finalmente, se terminan de establecer, sin embargo, las dudas en esta etapa hacen que la intimidad sea ambivalente, ya que, las manifestaciones de cariño y las relaciones sexuales son variadas en cuanto a la satisfacción e intensidad del placer.
La resolución de formas y patrones de poder depende del resultado de la solución de conflictos en las etapas anteriores.
Como metas, en el área de identidad, es necesario que la pareja forme un nuevo anclaje emocional que incluya al niño, y que haya la capacidad de ayudar al compañero para que lo haga. Se va a requerir del apoyo mutuo para que no pierdan el anclaje emocional entre ellos; a pesar de la aparición del nuevo miembro. Asimismo, se tendrá que contar con la seguridad de que existan consideración y cuidados para la madre y el bebé, así como la posibilidad de ir ampliando las áreas de interés común que conciernen a la crianza y educación del niño.
En el área del sexo, es obvio que con el embarazo y las primeras semanas de lactancia se alteren las relaciones sexuales, se van a echar a andar nuevas funciones como las del amamantamiento con el nuevo habitante y en gran escala se excluirá el sexo parental.
La capacidad maternal no es inagotable, existen mujeres que tienen la energía para tener dos o tres o más niños, y hay mujeres que no poseen la energía para ser madres. Igualmente el ser padre representa un punto de conflicto; situación poco estudiada y comprendida hasta ahora.
Sabemos que la madre desde el momento del embarazo comienza a formar un nido emocional para su niño y gradualmente va formando internamente imágenes, pensamientos, deseos y planes para el futuro desarrollo de su hijo, por lo mismo su aparato defensivo que la adapta al medio ambiente se va desactivando, en consecuencia necesita de alguien que la apoye, la ayude y la proteja; con el objeto de que dicho nido emocional continué progresando hasta el nacimiento y varios meses después. Por lo mismo, la función del padre es de suma importancia, ya que debe cumplir con ciertas funciones maternales para su esposa, antes de que tenga que actuar directamente con su hijo.
En ocasiones tener un hijo favorece la intimidad de la pareja, estimulando la elaboración de diferentes facetas de la personalidad de cada uno, puede además producir un sentimiento de continuidad, así como facilitar la penetración al sistema social a través de la escuela, amigos del niño y de las otras familias. No obstante, esta situación representa fuertes demandas sociales, que requieren de una movilización emocional y buena capacidad de adaptación para que se continúe con un crecimiento saludable.
La madre más unida a su papel por la misma biología, se adapta más rápido a sus funciones, el padre establece el vínculo con el mundo externo; en principio es quien da el sentido y la pauta del otro, sin embargo, el padre también deberá desarrollar lo que se acepta como una conducta maternal, sin temor alguno al concepto.
En el área económica, se sabe que cada vez es más difícil acomodarse a las demandas que la sociedad impone, por lo que es común que presiones económicas ocasionen serios problemas entre la pareja, siendo necesario identificar el problema para que no se llegue a confundir con falta de cariño o desinterés.
En el área del fortalecimiento del yo, es necesario aprender el rol de padre y madre, y para esto es indispensable la ayuda y el apoyo mutuo, al grado de que sea posible intercambiar roles cuando sea necesario, al igual que mantener la capacidad de expresar la propia individualidad e identidad para no caer en la problemática de usar al niño como un medio de gratificación de las propias fantasías infantiles de paternidad, ni como un complemento de la propia identidad. Será conveniente seguir reforzando las defensas sociales adaptativas para evitar ser diluido a través de su acción demandante (Estrada, 1982).

4. La adolescencia.-

De todos los eventos que afectan a la pareja y a la familia probablemente esta sea la etapa que más pone a prueba la flexibilidad del sistema, ya que se combinan varios factores:
En esta etapa es cuando se presentan con mayor frecuencia los problemas emocionales serios.
Aun cuando los padres ya se encuentran en la madurez, muchas veces se ven obligados a revivir su propia adolescencia.
La edad de los abuelos por lo general es crítica, se acercan a no poder mantenerse por sí mismos, la soledad y muerte se avecinan, convirtiéndose esto en motivo de otra preocupación.
Todo lo anterior se conjuga en un solo momento para poner a prueba el sistema familiar de varias formas. Una de ellas está en la tendencia de los padres a regresar a etapas anteriores del desarrollo. Mediante mecanismos de sobreprotección es posible mantener a un adolescente sin crecer, muchas veces son intentos inútiles de los padres por no abandonar su propia adolescencia; esto se debe a algún problema que les impide pasar a etapas subsecuentes como la madurez y la adultez.

Para Levinson esta etapa es la llamada Diferenciación y realización; tiene una duración aproximada, del octavo al decimoquinto año de unión. Con frecuencia las dudas de la etapa anterior continúan y se exacerban en las fases tempranas de este periodo, sin embargo, su resolución trae consigo que la pareja se estabilice, presentándose la oportunidad de lograr un mayor desarrollo y realización personal.

En este proceso de realización personal, la pareja puede enfrentar conflictos; particularmente de dos tipos:

  • Diferencias en el ritmo de crecimiento de los cónyuges, especialmente cuando la carga de obligaciones frente a los hijos es desigual. Es común que las madres al tener mayores obligaciones hacia los hijos empiecen a tener sentimientos de envidia hacia las carreras de sus esposos, lo que puede ocasionar cierto resentimiento, propiciando la formación de alianzas madre-hijo que pueden ser hostiles en contra del padre; esto puede crear una diversidad de conflictos entre la pareja.
  • Diferencias en la forma o métodos utilizados para alcanzar una productividad óptima encaminados al logro de la realización personal, se puede ilustrar claramente en el típico conflicto sobre si la esposa debe o no trabajar o si sólo dedicarse al cuidado de los hijos y del hogar.

En esta etapa la violación de los límites proviene principalmente de relaciones extramaritales, pero si estos límites se afianzan se obtiene una mejor definición de la identidad de la pareja.
Las consecuencias y necesidades según las áreas de re-orientación planteadas por Estrada (1982), pueden ser la siguientes: en el área de identidad, pueden aparecer fuertes dificultades; por ejemplo: la rivalidad que siente un padre hacia su hijo hombre cuando ve que éste crece más fuerte o inteligente que él o bien los sentimientos de inferioridad y minusvalía si el hijo no logra alcanzar las expectativas de los padres. Por otra parte, pueden presentarse demandas del hijo hacia los padres cuando el muchacho los compara con maestros, amigos, líderes, ídolos y demás modelos de identificación. La mayor parte de las veces el padre se ve confrontado en sus propias áreas de identidad; por ejemplo: en su capacidad de trabajo, su fortaleza física o moral, su inteligencia, su capacidad de tolerar el cambio hacia la madurez, además de su estatus social que a veces no es tan bueno como el de los padres de algunos amigos de sus hijos. En otro nivel, las madres encuentran de pronto que existen otras mujeres que tal vez ofrecen mayor atractivo y estímulo para sus hijos. Su hija adolescente ya no la encuentra tan inigualable, ni su hijo la ve tan bella e inteligente; señales que auguran una despedida pronta y un paso más del crecimiento de la familia (Estrada, 1982).
Los hijos se van y con ellos la propia juventud; primero se van desde el punto de vista emocional: aquí los hijos se separan y cambian y esto requiere de una movilización en la distribución de las corrientes emocionales que hasta ese momento habían cumplido con su misión. Por ello, se hace necesario que los padres se aseguren de recibir el respeto, cuidado y consideraciones de los otros miembros, mediante el comportamiento maduro y la aceptación del cambio.

Una vez más se vuelve necesario renovar el contrato matrimonial y se requiere de un fuerte apoyo mutuo, ya que, se inicia el climaterio. Es necesario tener la capacidad para expresar los sentimientos de tristeza y de pérdida, además de la seguridad de poder seguir compartiendo un espectro amplio de intereses como compensación por la ausencia de los hijos que se empiezan a convertir en adultos.

En el área sexual, el organismo de la pareja sufre grandes cambios en las funciones sexuales; estos fenómenos cambian, mas no desaparecen y es preciso estar al tanto de su presencia.
Es importante saber que existe atracción por parte de los hijos hacia los padres, de hecho, gran parte de la rebelión y rechazo del adolescente se debe a esto. Es necesario que los hijos cambien el curso de sus impulsos, fuera de la familia, en búsqueda de nuevos compañeros con quienes se puedan formar otros sistemas familiares que continúen el ciclo vital del individuo. Sin duda alguna no es fácil separarse después de tantos años y experiencias compartidas, pero es indispensable que ambos miembros de la pareja aprendan a soltar a los hijos a tiempo y para esto se requiere de un gran apoyo mutuo que incluye: mostrar al otro cuando falla y ayudarle a remediarlo, tolerar las regresiones temporales del compañero(a) a etapas anteriores de comportamiento y restablecer el anclaje emocional, ya que, los roles de esposo y esposa muchas veces se han olvidado, puesto que se han transferido por completo al de ser padres.

En el área económica, en general, se presentan ventajas, puesto que a estas alturas, casi siempre, existe una seguridad económica con la que no se contaba en un principio por las demandas de la crianza. En esta etapa resulta posible continuar con los pasatiempos que se interrumpieron, las aficiones que se dejaron, los viajes que no se hicieron, las conversaciones que no se tuvieron; es en verdad el momento de recoger la cosecha. Desdichadamente en un gran número de casos el hombre se siente perdido ante una situación nueva y así cuando de nuevo es libre encuentra difícil aceptarlo. La tendencia a repetir e idealizar lo pasado pueden estar presentes. En fin lograr una reorientación en esta área puede ofrecer muchas ventajas si se saben aprovechar.

En el área del fortalecimiento del yo, resulta indispensable obtener ayuda y apoyo del compañero(a) para lograr el cambio de roles. La abdicación del trono de los padres frente a los hijos adolescentes puede ser tan seria que amenace la identidad de la pareja.
Cuando los hijos se van, la pareja adquiere otra dimensión social por lo que es necesario continuar apoyando las defensas sociales adaptativas con el objeto de seguir funcionando en la sociedad.

En cuanto a la intimidad, en aquellas parejas que han logrado resolver sus crisis anteriores, ésta se profundiza, por lo que su desarrollo y realización individual se han desenvuelto de una manera óptima, pero si sucede lo contrario, es decir, si la pareja no ha logrado resolver sus conflictos o si su desarrollo y realización se han estancado, es entonces cuando se da un gradual y progresivo alejamiento.

Para Levinson, en esta etapa, tras haber pasado por un periodo de conflicto, se llegan a consolidar patrones definitivos de poder y dominancia, estableciéndose una relación complementaria, simétrica o paralela.

5. El reencuentro.-

Mc Iver, (citado en Estrada, 1982) llamó a esta fase el “síndrome del nido vacío”; refiriéndose al aislamiento y depresión de la pareja, puesto que sus actividades de crianza han terminado. Sin embargo, a esto se puede agregar que en esta fase también coincide el declive de la biología, cambios sociales y familiares de gran importancia. Por ejemplo: la necesidad de admitir y hacer lugar a nuevos miembros en la familia, el nacimiento de los nietos, la muerte de la generación anterior, la jubilación, la declinación en las capacidades físicas muchas veces acompañada de enfermedades, el problema económico de los hijos que inician una nueva familia y la necesidad de independizarse de hijos y nietos para formar de nuevo una pareja. En fin hay una serie interminable de situaciones que se tienen que enfrentar para pasar de la edad madura hacia la vejez.
Por lo general aquí aparece clara la percepción del lugar que se ha ocupado en la vida y las limitaciones de uno mismo, que anteriormente había sido posible postergar. En esta fase no queda otra salida que enfrentarse nuevamente con uno mismo y con la pareja, es necesario volver a ser esposo y compañero del otro, como lo era en un principio, pero con una individualidad lograda para poder continuar renovando la creatividad de la propia vida para conseguir no caer en vacío y depresión.
Para Levinson es la etapa de Estabilización, que se presenta entre los quince y veinte años de unión. En esta etapa, generalmente, la pareja está entre los cuarenta y cincuenta y cinco años de edad, por lo que están pasando por la mitad de la vida, que se caracteriza por la búsqueda del equilibrio entre las aspiraciones y los logros, ocurriendo una reorganización de las prioridades que conduce a una estabilización del matrimonio.
Dentro de las necesidades, se observa que en el área de la identidad, es indispensable el apoyo mutuo para continuar con la búsqueda de nuevos estímulos y metas para el matrimonio. Deberá existir la posibilidad de permitirle al compañero que se exprese tal como es, deberán darse el derecho de ser libres en todas las áreas sin que eso signifique un rechazo para el compañero(a), cada cual deberá irse preparando para enfrentar la etapa final y sacarla adelante, deberá existir la seguridad de seguir recibiendo cariño y cuidados del otro; aun cuando cada cual tenga intereses diferentes.
En el área de la sexualidad, deberá existir un apoyo incondicional hacia las dificultades que produce la misma edad y buscar un camino para compartir la satisfacción de haber ayudado a salir adelante a otra generación.
En el área de la economía, es necesario contar con la comprensión para afrontar los cambios de la jubilación con la capacidad de aceptar un manejo de menores responsabilidades, tanto en el trabajo como en el hogar, tendrá que existir la capacidad de solventar las deudas y enfrentar el temor por la economía, o bien aprovechar las mejorías obtenidas durante la vida de intenso trabajo y producción, y también será necesario saber aprovechar el tiempo que ahora estará más disponible.
En el área del fortalecimiento del yo, es importante prepararse para la soledad y a los duelos que ello conlleva, así como manejar adecuadamente los sentimientos de culpa que aparecen por errores del pasado; especialmente hacia los hijos (Estrada, 1982).
Por otro lado, para Levinson los conflictos se relacionan, principalmente, con las diferentes apreciaciones sobre el éxito logrado y con lo que aún hace falta en términos de aspiraciones futuras. Del mismo modo, existen conflictos que se relacionan con la pérdida del atractivo y habilidades físicas, lo cual puede reactivar viejas dudas sobre lo adecuado de la selección de pareja. También, es habitual que en esta fase se tengan hijos adolescentes o adultos jóvenes, los cuales se encuentran en el proceso de separación de los padres, con toda la conflictiva que esto representa, tanto para los hijos como para los padres; por esto muchas parejas, que desde un principio involucraron a los hijos en los conflictos, se divorcien inmediatamente después de la salida del último hijo.
Los límites, hacia al final de esta etapa se vuelven considerablemente más estables; salvo en casos de crisis como podría ser la muerte o enfermedades graves.
La intimidad se encuentra amenazada por el proceso de envejecimiento, y a la vez está muy relacionada con el grado en que los hijos estaban interpuestos entre los cónyuges; por lo que ésta puede aumentar o disminuir.
Levinson plantea como metas que al salir los hijos del hogar ocurren nuevos conflictos de poder, similares a los de etapas tempranas, sobre todo si los hijos hacían alianza con alguno de los miembros en contra del otro. También se da el equilibrio del poder para con el mundo exterior, el cual se compensa con el poder dentro del matrimonio; por ejemplo, el mecanismo del débil fuera, pero tirano en casa. Con esto, por fin, se define claramente la jerarquía de cada uno.

6. La vejez.-

Las nuevas generaciones no pueden entender los problemas de esta última etapa, por lo que se tiende a ignorar y a negar a los viejos, y también a sentir impaciencia con ellos, sin embargo, los viejos están tan vivos como cualquiera y sienten y se entristecen por el rechazo del que son víctima. Por consecuencia, no resulta fácil enfrentar la etapa decisiva y su inevitable fin.
En la mayoría de las personas el temor de llegar a viejos es casi tan fuerte como el temor de no vivir lo suficiente para llegar a serlo. Pocos son, en realidad, quienes aprecian las arduas batallas de los viejos para adaptarse a las pérdidas y retos que la edad presenta; la búsqueda de una nueva identidad, de una compañía que produzca placer, así como de una experiencia significativa y genuina (Estrada, 1982).
Para Levinson esta es la etapa del Enfrentamiento con la vejez, soledad y muerte; es de duración variable, los principales conflictos se derivan de la vejez misma; con la pérdida de capacidades físicas e intelectuales; de la soledad por la partida de los hijos; y de las muertes graduales de amigos y familiares. Un aspecto importante de conflicto en esta etapa es el rechazo hacia los ancianos que existe en el mundo occidental. Todos estos factores representan fuentes de estrés para la pareja que dan por resultado mucha angustia y necesidades de afecto y apoyo. Las reacciones frente a los diferentes acontecimientos que se suscitan en esta etapa dependen principalmente de los valores que se tengan; por lo que será diferente en cada pareja.
Las parejas fortalecen los límites por las amenazas propias de esta etapa, mas se puede correr el riego de caer en un exceso de limites, perdiendo contacto con el mundo exterior y acabando por aislarse; esto puede ser perjudicial para la pareja.
En la intimidad se dan sentimientos de renovación y aprecio, sobre todo frente al pensamiento de una cercana separación definitiva.
Los conflictos de poder en edades avanzadas son raros porque, generalmente ya están bien definidos.
Por otro lado, en base a lo señalado por Estrada (1982), uno de los problemas y necesidades que frecuentemente se presenta, es aquél en donde el esposo ya viejo llega a la jubilación regresando a casa para siempre e invade los terrenos que antes sólo fueron del dominio de su esposa; esto presenta una situación amenazante a la individualidad y diferenciación de ambos. Esta situación sólo puede ser aliviada mediante el límite claro de los espacios, en donde cada cual pueda funcionar independientemente, de lo contrario existe el peligro de que se pierda la estima y el respeto y que aparezcan la ansiedad, la tensión y los estados depresivos. Otra problemática que se puede presentar es cuando los mismos hijos no les permiten tener una intimidad adecuada, ya que, frecuentemente se establece una sobreprotección de hijos a padres en donde no se les permite vivir en libertad; bajo el pretexto de cuidarlos, les imponen cargas emocionales muy fuertes, haciéndolos sentir aprisionados y ocasionando así una depresión (Estrada, 1982).
Por otro lado, en esta etapa se presenta la oportunidad de ser abuelo; lo cual ofrece un nuevo horizonte a la vida, se enciende el deseo de sobrevivir al aceptarse la propia mortalidad. En presencia del abuelo y del nieto se funden, en el presente, pasado y futuro y se da la oportunidad de experimentar una relación con los nietos, la cual es muy diferente a la que fue con los hijos. Resulta ser a final de cuentas un papel muy importante para lograr redefinir y reintegrar no sólo los propios roles emocionales sino también los de los otros familiares.
En esta etapa se necesita tener la habilidad suficiente para aceptar las propias capacidades así como las limitaciones, también es importante poder cambiar de rol para aceptar la dependencia cuando esto sea necesario (Estrada, 1982).
Por lo que vemos la vejez es una etapa muy difícil por que en un sentido implica una regresión a estadios más tempranos como es la niñez, pero con la diferencia de que los temores son reales, esto nos lleva a una frase del sabio poeta Lin Yutang (citado en Estrada, 1982) que dice: “Aunque parezca extraño los viejos son aún más dependientes que los niños, puesto que sus miedos son más definidos y sus deseos mucho más delineados y limitados”.

ESTRATEGIAS

1)PRIMERA ETAPA: SELECCIÓN, LUNA DE MIEL O DESPRENDIMIENTO

  • Lograr la verbalización por parte de los miembros de la pareja sobre el hecho de que son una estructura sobre bases afectivas y sobre un proyecto más o menos implícito de larga duración.
  • Manejar los procesos de idealización que los llevaron a elegirse mutuamente; siendo esta una elección específica del compañero. De esta manera se lleva a cada miembro de la pareja a tomar en cuenta que están allí “por su propia elección” y que se escogió al otro porque seguramente cuenta con características que realmente se buscaban. Es necesario tener claro que la idealización es un proceso natural y es el primer paso hacia el amor maduro.
  • Hablar del hecho de que la vida en pareja despierta de un movimiento y necesidad de autonomía individual. Es importante hacer ver a la pareja que como seres humanos deben aprender a reconocer cuáles son las necesidades que parten de la propia conflictiva y cuáles parten de la misma dualidad de la pareja.
  • Promover en la pareja habilidades comunicativas que podrían servir como patrón relacional a lo largo de su ciclo.

2) SEGUNDA ETAPA: TRANSICIÓN Y ADAPTACIÓN TEMPRANA O ENCUENTRO.

Fomentar el acuerdo en la pareja al momento de crear límites permeables protectores y reguladores de la interacción de la pareja con las personas o aspectos externos (particularmente la familia de origen).
Impulsar a la pareja a ponerse de acuerdo para crear un contrato matrimonial práctico; lo que cada uno piensa acerca de sus deberes y obligaciones dentro del matrimonio, así como de los bienes y beneficios que cada uno espera recibir del mismo. Dicho contrato podría estar basado en aspectos recíprocos, acerca de lo que cada uno piensa dar y lo que espera recibir del otro. El contrato abarca cualquier aspecto de la vida conyugal (sexo, metas, relaciones con los demás paseos, poder, dinero, hijos, familiares, etc.)

Crear mecanismos de solución de problemas los cuales surgen porque se empieza a definir el poder en diversos aspectos como el económico y el social; si se logran resolver los conflictos de manera funcional será positivo para el desarrollo de la pareja o bien si no se resuelven, los pleitos aumentarán, siendo esto negativo para el desarrollo de la pareja.
Establecer lo permitido y lo prohibido dentro de la intimidad, lo cual se logra mediante la solidificación de reglas.

Delimitar que la intención de cada uno de los cónyuges no necesariamente es percibida por el otro literalmente, por lo que la aclaración, aunque parece implícita, es necesaria. Es importante que la pareja aprenda a “no dar por hecho”.

3)TERCERA ETAPA: REAFIRMACION COMO PAREJA Y PATERNIDAD.

Manejar el duelo en la pareja, por la desilusión o pérdida del amor romántico, y señalar que el amor racional es un proceso natural y no necesariamente malo.
Identificar (nombrando) atributos y cualidades reales y objetivas del otro para poder llegar a un profundo conocimiento del mismo.
Redefinir metas que persigue la pareja (actualización del contrato).
Crear un nuevo contrato , ahora como padres, que incluya aspectos instrumentales sobre la educación de los hijos (ejemplo: responsabilidades, tareas, premios, castigos, etc.)
Idear formas para mantener el espacio como pareja (ejemplo: que vayan al cine ellos solos)
Fomentar la tolerancia ala frustración derivada del hecho de no ser el único objeto de gratificación de la pareja (hablar de las nuevas demandas y necesidades del hijo).

4)CUARTA ETAPA: DIFERENCIACIÓN Y REALIZACIÓN, ADOLESCENCIA.

Promover la búsqueda de actividades de interés individual, lo que trae gratificaciones personales a cada miembro.
Que la pareja detecte en el otro, en sí mismo y en la pareja como unidad los logros alcanzados hasta el momento “Hasta donde hemos llegado y qué hemos obtenido”.
Manejar las posibles triangulaciones hacia la figura de los hijos o hacia alguien externo, teniendo en cuenta que el mismo terapeuta se convierta en el tercero de manera temporal para que se pueda trabajar en el aquí y el ahora.

5) QUINTA ETAPA: ESTABILIZACIÓN, REENCUENTRO.

Reconocimiento de diferencias con los hijos adolescentes que llevará a la pareja a la propia individuación y a no mezclarse en el proceso adolescente del hijo.
Encontrar nuevas maneras por parte de la pareja de satisfacción mutua (sexual, laboral, vida diaria, etc.)
Manejo del tiempo en la pareja. Reorganizar el tiempo libre que tiene la pareja sobre todo el manejo del tiempo del logro. Siempre hay un determinado tiempo para alcanzar los logros personales y de pareja.
Fomentar en la pareja las conversaciones hacia un “self de la pareja”, en donde se les lleva a verse en un espejo y recrear su propia imagen como estructura diádica. (platicas en terapia y con os hijos de momentos importantes y de felicidad en la pareja, como cuando se conocieron, se casaron, etc.) para promover la integración de aspectos positivos generalmente opacados por las dificultades que presenta la pareja. Hay que tomar en cuenta que este “self de pareja” puede estar ya muy dañado, por lo que tal vez disolver el vínculo sería la mejor solución.
Nombrar el significado interno que tiene para cada miembro los posibles cambios físicos que pueden presentarse por la edad (esto sería como la aceptación de un primer paso hacia el declive que representa la propia edad y a su vez actuaría como una preparación para la siguiente fase, desmitificando en las personas el simbolismo de la vejez como tal).

6)SEXTA ETAPA: ENFRENTAMIENTO CON LA VEJEZ SOLEDAD Y MUERTE.

a) Promover la reparación de las culpas por lo hecho o por lo dejado de hacer a través de reconocer la propia impotencia de falibilidad humana.
b) Manejar tanto los duelos de las personas perdidas como de los tiempos pasados, todo esto como una finalidad tranquilizadora del miedo natural a la pérdida existencial (perdida de la propia vida)

ESTRATEGIAS

1)PRIMERA ETAPA: SELECCIÓN, LUNA DE MIEL O DESPRENDIMIENTO

  • Lograr la verbalización por parte de los miembros de la pareja sobre el hecho de que son una estructura sobre bases afectivas y sobre un proyecto más o menos implícito de larga duración.
  • Manejar los procesos de idealización que los llevaron a elegirse mutuamente; siendo esta una elección específica del compañero. De esta manera se lleva a cada miembro de la pareja a tomar en cuenta que están allí “por su propia elección” y que se escogió al otro porque seguramente cuenta con características que realmente se buscaban. Es necesario tener claro que la idealización es un proceso natural y es el primer paso hacia el amor maduro.
  • Hablar del hecho de que la vida en pareja despierta de un movimiento y necesidad de autonomía individual. Es importante hacer ver a la pareja que como seres humanos deben aprender a reconocer cuáles son las necesidades que parten de la propia conflictiva y cuáles parten de la misma dualidad de la pareja.
  • Promover en la pareja habilidades comunicativas que podrían servir como patrón relacional a lo largo de su ciclo.

2)SEGUNDA ETAPA: TRANSICIÓN Y ADAPTACIÓN TEMPRANA O ENCUENTRO.

  • Fomentar el acuerdo en la pareja al momento de crear límites permeables protectores y reguladores de la interacción de la pareja con las personas o aspectos externos (particularmente la familia de origen).
  • Impulsar a la pareja a ponerse de acuerdo para crear un contrato matrimonial práctico; lo que cada uno piensa acerca de sus deberes y obligaciones dentro del matrimonio, así como de los bienes y beneficios que cada uno espera recibir del mismo. Dicho contrato podría estar basado en aspectos recíprocos, acerca de lo que cada uno piensa dar y lo que espera recibir del otro. El contrato abarca cualquier aspecto de la vida conyugal (sexo, metas, relaciones con los demás paseos, poder, dinero, hijos, familiares, etc.)
  • Crear mecanismos de solución de problemas los cuales surgen porque se empieza a definir el poder en diversos aspectos como el económico y el social; si se logran resolver los conflictos de manera funcional será positivo para el desarrollo de la pareja o bien si no se resuelven, los pleitos aumentarán, siendo esto negativo para el desarrollo de la pareja.
  • Establecer lo permitido y lo prohibido dentro de la intimidad, lo cual se logra mediante la solidificación de reglas.
  • Delimitar que la intención de cada uno de los cónyuges no necesariamente es percibida por el otro literalmente, por lo que la aclaración, aunque parece implícita, es necesaria. Es importante que la pareja aprenda a “no dar por hecho”.

3)TERCERA ETAPA: REAFIRMACION COMO PAREJA Y PATERNIDAD,

  • Manejar el duelo en la pareja, por la desilusión o pérdida del amor romántico, y señalar que el amor racional es un proceso natural y no necesariamente malo.
  • Identificar (nombrando) atributos y cualidades reales y objetivas del otro para poder llegar a un profundo conocimiento del mismo.
  • Redefinir metas que persigue la pareja (actualización del contrato).
  • Crear un nuevo contrato , ahora como padres, que incluya aspectos instrumentales sobre la educación de los hijos (ejemplo: responsabilidades, tareas, premios, castigos, etc.)
  • Idear formas para mantener el espacio como pareja (ejemplo: que vayan al cine ellos solos)
  • Fomentar la tolerancia ala frustración derivada del hecho de no ser el único objeto de gratificación de la pareja (hablar de las nuevas demandas y necesidades del hijo).

4)CUARTA ETAPA: DIFERENCIACIÓN Y REALIZACIÓN, ADOLESCENCIA.

  • Promover la búsqueda de actividades de interés individual, lo que trae gratificaciones personales a cada miembro.
  • Que la pareja detecte en el otro, en sí mismo y en la pareja como unidad los logros alcanzados hasta el momento “Hasta donde hemos llegado y qué hemos obtenido”.
  • Manejar las posibles triangulaciones hacia la figura de los hijos o hacia alguien externo, teniendo en cuenta que el mismo terapeuta se convierta en el tercero de manera temporal para que se pueda trabajar en el aquí y el ahora.

5) QUINTA ETAPA: ESTABILIZACIÓN, REENCUENTRO.

  • Reconocimiento de diferencias con los hijos adolescentes que llevará a la pareja a la propia individuación y a no mezclarse en el proceso adolescente del hijo.
  • Encontrar nuevas maneras por parte de la pareja de satisfacción mutua (sexual, laboral, vida diaria, etc.)
  • Manejo del tiempo en la pareja. Reorganizar el tiempo libre que tiene la pareja sobre todo el manejo del tiempo del logro. Siempre hay un determinado tiempo para alcanzar los logros personales y de pareja.
  • Fomentar en la pareja las conversaciones hacia un “self de la pareja”, en donde se les lleva a verse en un espejo y recrear su propia imagen como estructura diádica. (platicas en terapia y con os hijos de momentos importantes y de felicidad en la pareja, como cuando se conocieron, se casaron, etc.) para promover la integración de aspectos positivos generalmente opacados por las dificultades que presenta la pareja. Hay que tomar en cuenta que este “self de pareja” puede estar ya muy dañado, por lo que tal vez disolver el vínculo sería la mejor solución.
  • Nombrar el significado interno que tiene para cada miembro los posibles cambios físicos que pueden presentarse por la edad (esto sería como la aceptación de un primer paso hacia el declive que representa la propia edad y a su vez actuaría como una preparación para la siguiente fase, desmitificando en las personas el simbolismo de la vejez como tal).

6)SEXTA ETAPA: ENFRENTAMIENTO CON LA VEJEZ SOLEDAD Y MUERTE.

  • Promover la reparación de las culpas por lo hecho o por lo dejado de hacer a través de reconocer la propia impotencia de falibilidad humana.
  • Manejar tanto los duelos de las personas perdidas como de los tiempos pasados, todo esto como una finalidad tranquilizadora del miedo natural a la pérdida existencial (perdida de la propia vida)
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Por la Psic. Sofia Mann de Dayán
Maestra en Psicología Clínica y Psicoterapia

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